En un remoto puerto fluvial, a orillas de una selva tropical, Odín, un internauta
primerizo, a duras penas consigue rastrear en la red de internet la historia del país donde
nació, descubre sin embargo la existencia de una inteligencia artificial y
de algoritmos. Ilusionado y entusiasmado, decide entonces convertirse en un Historiador Universal. Entretanto, en la misma selva y mismo puerto, Papelito, una mujer jóven, inteligente, boxeadora,
guardaespaldas de ocupación y sobreviviente de un conflicto armado, resuelve su
vida a golpes y le funciona a maravilla. A contracorriente de creencias ancestrales y de
raíces africanas en un país de mestizos renegados, Odín y Papelito deciden reclamar y ejercer su
derecho a un metal precioso, el mismo Oro, que otros explotan impunes y abusivos al amparo de la ley.
Su
reclamo y sus acciones en el puerto, a fin de lograrlo, constituyen una ofensa grave, merecedoras de un escarmiento
ejemplar. Su instinto alerta y su inteligencia, aliados, descubren sin
embargo una opción para redimir ese derecho que además podría incluir el amor, si esta
opción llegara alguna vez a funcionar.
No se
puede y no conviene excluir del todo en la vida las opciones disparatadas. Cualquier
día, en el presente o en un futuro cercano, podría existir la posibilidad de
reemplazar a voluntad el sujeto o persona de sus afectos, la contraparte todavía
indispensable para conocer y vivir el esquivo amor. Un clon de la persona ideal designada por otros como compatible y tolerada. Tal vez una réplica en carne y
hueso de un amante ya fallecido y nunca olvidado. La conquista intencional de
una persona hasta entonces reacia a nuestras armas de seducción. En un pasado
no muy lejano solían ser las circunstancias de la vida, los recursos a la mano
y la religión las que determinaban una primera selección, quizás algo menos
cuando se trataba de un reemplazo, cada quien marcado ya por la experiencia:
orígenes, familia, pertenencia social, país, lenguaje, educación, religión, el
azar, etc. Factores ajenos al amor pero que siempre acompañaban su búsqueda.
Los infaltables sacrificados en esas historias de amor, lass ellas y ellos, eran
parte imprescindible de ese método. Ésta novela es el recuento femenino de un
intento fantasioso y desesperado de reemplazo o trueque en el amor, con un
final exitoso pero inesperado y algo maltrecho.
Ejercer el
derecho en principio inalienable de todo ser humano, el de procrear, de reproducirse, el deseo de tener
una descendencia y pretender ofrecerle mejores condiciones de vida que las
propias, termina por enfrentar tres personas con un orígen, una pertenencia
geográfica y una trayectoria de vida bastante diferentes. Para un mulato suramericano, un macho reproductor que llega a Suiza a cumplir su parte de un contrato, un futuro hijo, sus genes trasteando un apellido y una nacionalidad ajenos, contribuiría a prolongar las desventajas e injusticias existentes. Sin embargo, las diferencias que un par de decenios años atrás eran evidentes e impedían la opción urgente de compartir una realidad
justa y común, son ahora parte inherente de un mundo globalizado: normas de comportamiento,
comunicación, nacionalidades, razas, economía y cultura. A la
hora de decidir con quién establecer una familia y para qué reproducirse, sigue siendo el
instinto humano el que sigue mandando la parada y por fortuna aún determina
como nadar en la corriente turbulenta de la vida. Desafortunadamente, el macho reproductor de ésta novela ya no reproduce, anda atareado sumando milagros para dejar tras él al menos una herencia de milagros.
El pais: Suiza. El protagonista: un empleado ejemplar en una empresa
fiduciaria. El tema: acusado de malversación de fondos el protagonista, todavía
confiando en la existencia de refugios dorados para evadir la justicia,
desembarca en un puerto a orillas del Océano Pacífico, en plena selva tropical.
Su anfitrión, un cliente discreto de la fiduciaria y el mandamás del puerto, lo
acoge de buena gana y lo involucra adrede en un crimen con la intención de extorsionarlo.
Existe también en la trama un hombre jóven, recién egresado del servicio
militar, ansioso por ejercer el lucrativo oficio de secuestrador de personas sin poseer la
maldad requerida para ello pero armado de una cámara de video. Un testigo con un testimonio visual incómodo de varios crímenes.
Y una mujer, una emigrada que regresa al puerto, su lugar de orígen, a salvar
los escombros de un hogar y el escaso pellejo sano que una experiencia de vida
en Europa le dejó. La historia de sus existencias, entrelazadas, revela un
deseo común bien simple: obtener y conservar una felicidad terrenal. Empeñados en
alcanzarla de cualquier manera, los protagonistas tendrán que pagar caro por el intento.
La proverbial viveza latina, una entretanto bastante desvirtuada y desgastada, sumada a la obsesión
por esquivar un destino de pelagatos y lograr alcanzar una vida supuestamente
digna, conforman el trasfondo social del riesgo y traiciones en el cual
transcurre ésta novela. La táctica a la mano y además el único recurso accesible a sus
protagonistas, es la búsqueda porfiada de la idealizada oportunidad de la vida; ganas
de vivir y disfrutar el famoso cuarto de hora memorable que todo lo justifica.
Independiente del éxito o del fracaso y del siguiente intento, la trama no
excluye el amor, cierto tipo de amor. Exige también, todavía y por fortuna, el
abuso cruel y despiadado de una solidaridad fraternal, reconocer a
regañadientes la existencia de un futuro común. Si el éxito nunca aparece, la
suerte y la vida suelen brindar la posibilidad de otro comienzo desde cero. Pero la ley de
la vida impone su viejo principio de "toma y dame". Nada es gratis para sus
protagonistas.
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